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La Balanza Comercial

 

Jean Baptiste Colbert (1619-1683) fue el espléndido ministro de finanzas del Luis XIV, el rey sol; creía firmemente que para enriquecer a una nación bastaba con empobrecer a las naciones vecinas. La guerra comercial, y no comercial también. Es el padre del mercantilismo, práctica económica apoyada en la creencia que la riqueza proviene de una acumulación de moneda extranjera (el oro en la época de Colbert). Para ello, proponía dos cosas: una, fomentar las exportaciones y restringir las importaciones, y la segunda, proteger la industria nacional. Colbert fue el promotor de las industrias reales en la época de LuisXIV. En el lenguaje de la economía, cuando se exporta más de lo que se importa se dice que la balanza comercial es positiva. En caso contrario, balanza comercial negativa. Ésta es  la economía vista con los ojos del exportador que desestima los intereses del consumidor, aunque este último sea el objeto final de todas las transacciones económicas.

 

Las recetas de Colbert, a pesar de tener más de 223 años de antigüedad, se siguen aplicando con celo en casi todos los países del mundo. No sólo son esas recetas lesivas para el consumidor final sino que están teñidas de nacionalismos. “Colombia le vende café a los Estados Unidos de América”, dicen los cafeteros (otro tanto dicen los floricultores, los ganaderos, los arroceros…ctc), creando con ello un sentimiento nacionalista y xenófobo que hace “enfurecer a todos los colombianos” contra los gringos por las bajas internacionales del precio del grano. Colombia no vende café, ni vende trigo, ni arroz, ni nada. Otra cosa, y muy distinta, es que un comerciante colombiano le venda café a un comerciante gringo y que éste le pague con dólares, o automóviles, o cualquier otra cosa. Mas aquella exaltación colectiva conduce a que el gobernante de turno salga a proteger el gremio cafetero con bonificaciones y subsidios que pagamos todos los colombianos. En Colombia, los exportadores de café  no representan el 0.5% de la población; pregonar que Colombia le vende café a Estados Unidos es una descarada afirmación que nos trae grave consecuencias.

 

Recientemente, en el foro “Para donde va la economía”, organizado por los periódicos El tiempo y Portafolio,[1], destacados economistas colombianos (mainstream economists) advertían de los “peligros y debilidades” que nos traería una balanza comercial negativa. Calculaban que en el 2006 el valor de las exportaciones escasamente llegará a 25000 millones de dólares y las importaciones superarán esa cifra, generando con ello el primer déficit comercial desde 1998. Estas alarmas de “desastres” terminarán afectando los bolsillos de los consumidores que tendrán que pagar la protección que el gobierno ofrece a exportadores de productos que, por falta de atractivos o bajas calidades, no pueden competir en el mercado internacional. El único motivo existente para poner en marcha una exportación es precisamente la consecución de moneda extranjera que permita una importación. No tiene sentido la acumulación de divisas sin que haya en el horizonte una expectativa importadora. La importación de mercancías envía señales a los productores locales, ya sea sobre la inexistencia de productos nacionales que satisfaga una demanda, o la baja calidad del producto local, o su alto precio, comparado con el producto importado. En una economía de libre mercado aquellas señales llevarían a productores y comerciantes a mejorar sus ofertas y calidades y no a la corrupta solicitud de protección estatal. Ello lo advertimos cuando productores y comerciantes entregan aportes a las campañas presidenciales, aportes que se traducen en sobornos para la protección. El control de importaciones, en el que la mayoría de los gobiernos son expertos, constituye un atropello a los derechos del consumidor. Es una forma perversa de tiranía.

 

Es sorprendente cómo los gobiernos, más por corrupción que por falta de información y análisis, insisten en la protección a productores incompetentes desprotegiendo con ello al consumidor. Los Estados Unidos de América es un país que ha vivido en déficit comercial por décadas y de manera creciente. No obstante desde el 2001 hasta la fecha ha generado 9.3 millones de empleos; España y Reino Unido, que acusaron también un déficit comercial, generaron en el mismo período 3.6 y 1.3 millones de empleos respectivamente. En cambio Japón y la zona euro, excepto España, con balanza comercial positiva, sólo generaron 0.36 y 1.1 millones de empleos en el mismo período.

 

De acuerdo con la Macrohistory Database de la Oficina Nacional de Investigación Económica, la década de la gran depresión en Estados Unidos se caracterizó por tener una balanza comercial positiva, con excepción de 1936 que fue negativa. Ello no significó, como todos sabemos, crecimiento económico en aquella nación. Medir la prosperidad de un país con estadísticas de balanza comercial positiva es un calculado engaño colbertiano.

 

Frederic Bastiat (1801-1850) nos advertía sobre la falacia del concepto económico balanza comercial positiva o negativa  y lo ilustraba con un contundente ejemplo. Las transacciones económicas entre personas de distintas naciones no son diferentes a las que se realizan localmente: simplemente intercambiamos mercancías por dinero (exportación) o dinero por mercancías (importación). Tengo cerca de mi residencia un almacén de cadena; semanalmente le compro mercancías, estoy importando; nunca le he vendido mercancía alguna a ese almacén, no exporto. ¿Será que estoy en déficit? Claro que no, hemos intercambiado mis mercancías (mis pesos) por sus mercancías (sus productos). Estamos a mano.

 

Los términos positivo y negativo en la balanza comercial son equívocos; ésta es una subcuenta de la balanza de pagos que no es más que un registro de contabilidad que, como su nombre lo indica, está balanceado, está en equilibrio. Sin duda, lo de positivo y negativo es ideología colbertiana.

 

Me quiero referir a la narración que ha hecho de aquel ejemplo Alejandro Alle en el Diario de Hoy en septiembre de 2004, [2]. Textualmente dice así:

 

Los saldos comerciales y el vino francés 

 

Alejandro Alle

 

Publicada 28 de septiembre 2004, El Diario de Hoy

 

Lo relevante de importaciones y exportaciones es que se puedan hacer sin interferencias de los gobiernos. Ninguna es “buena” o “mala” por sí. El comercio internacional no tiene ninguna diferencia con el nacional

 

Si le pregunto qué es el saldo comercial de un país, usted me va a decir que es la cifra que surge de sumar el valor en dinero de todas las exportaciones, y restarle el valor en dinero de todas las importaciones. Si hay más exportaciones que importaciones, el saldo comercial es positivo, ¿no? Y si le pregunto por un buen vino, usted me va a decir que el francés es su favorito.

 

Entonces le voy a contar una historia de Frederic Bastiat, un economista francés del Siglo XIX. Cuenta Bastiat que un comerciante llamado Pierre compró un lote de vino en Francia y lo transportó a Inglaterra, donde lo vendió caro. Con el dinero de la venta, Pierre compró mucho algodón inglés, que llevó a Francia para vender.

 

¿Qué registró la aduana francesa? Cuando Pierre salió con el vino, una exportación por un valor determinado. Y cuando volvió con el algodón, una importación por un valor mayor. La realidad es que Pierre, un excelente comerciante, volvió lleno de algodón. Y gracias a él, los parisinos pudieron comprarle todo lo que necesitaban. Pero la aduana dijo que “por culpa de Pierre”, Francia había tenido un “saldo comercial negativo”. ¿Lo bueno es malo?

 

Sigue contando Bastiat que otro comerciante llamado Jacques, que no era tan hábil para los negocios, quiso hacer lo mismo. Compró un lote de vino en Francia, y lo transportó a Inglaterra. Pero como se le arruinó en el viaje, lo tuvo que vender barato. Con el dinero obtenido, Jacques pudo comprar menos algodón. Que llevó a Francia para vender.

 

¿Qué registró la aduana francesa esta vez? Cuando Jacques salió con el vino, una exportación por igual valor que en el caso anterior. Pero cuando volvió con el algodón, una importación por un valor menor. La realidad es que Jacques, un mal comerciante, volvió con poco algodón. Y por culpa de él, los parisinos no pudieron comprarle todo lo que necesitaban. Pero la aduana dijo que “gracias a Jacques”, Francia había tenido un “saldo comercial positivo”. ¿Lo malo es bueno?

 

¿No le parece que hay algo raro? ¿Así que en comercio internacional lo bueno es malo? ¿Y lo malo es bueno? ¿O será que nos quieren confundir?

 

El aparente contrasentido es porque en comercio internacional las exportaciones se toman como “positivas”, y las importaciones como “negativas“. Ud mismo me lo dijo cuando estuvo de acuerdo en la definición de saldo comercial (ahora no me diga que no…).

 

¿Quién dijo que era “positivo” para los consumidores franceses que se llevaran a Inglaterra un barco lleno de vino? ¡Quedaron con menos vino! ¿Y quién dijo que era “negativo” para los consumidores franceses que les abastecieran de algodón inglés? ¡Tuvieron más algodón!
Claro que esa definición de “positivo” y “negativo” no fue casual. Ni inocente. Su raíz está en las ideas mercantilistas, que surgieron durante los siglos XVI y XVII, impulsadas por “hombres prácticos”, que por ser exitosos en sus negocios, fueron considerados expertos en economía. ¡Cuidado!, tuvieron descendencia…

 

Los mercantilistas decían que la riqueza de un país consistía en la cantidad de dinero acumulada. Por ello, recomendaban estimular las exportaciones, y limitar las importaciones. ¿De dónde salió la elección de los signos? De analizar el movimiento del dinero, y no el de las mercaderías. ¿Cómo dice? Claro, una exportación es “positiva”, porque “el país queda con más dinero”. Y una importación es “negativa”, porque “el país queda con menos dinero”. Gol mercantilista, y terminó el partido. Ganó la falacia.

 

No es cierto que “los países” comercien: los intercambios son siempre entre personas, que en este caso viven en distintos países. ¿El Salvador le compra carros a Japón? No. Un comerciante salvadoreño le compra carros a un fabricante japonés. ¿Alemania le compra café a El Salvador? No. Un comerciante alemán le compra café a un productor salvadoreño.

 

Tampoco es cierto que “el país” quedará con más o menos dinero, ya que el dinero no es “del país”, sino de las personas que comercian. El comerciante salvadoreño paga con su dinero los carros que le compra al fabricante japonés. Y el productor salvadoreño cobra su dinero por el café vendido al comerciante alemán.

 

Lo relevante de importaciones y exportaciones es que se puedan hacer sin interferencias de los gobiernos. Ninguna es “buena” o “mala” por sí. El comercio internacional no tiene ninguna diferencia con el nacional.

 

¡Ah!, mientras se toma el Cabernet Sauvignon, escuche un CD de Bruce Springsteen. Disfrútelo, aunque él sea nacido en Estados Unidos.

 

Hasta la próxima

 

El otro atropello que los herederos de J.B. Colbert insisten en regalarnos es la presión que hacen a sus socios gubernamentales para la imposición de controles de cambio de moneda extranjera. Sus clamores llegan hasta el alarido: !con un dólar tan barato ya no es rentable exportar! leemos casi a diario en los periódicos locales. En Colombia, a raíz de la constitución de 1991, el banco emisor disfruta de independencia del gobierno central y la cotización de las divisas se rige por leyes de oferta y demanda. No obstante las presiones del gobierno central, buscando políticas devaluatorias que favorezcan al sector exportador, no dejan de sentirse. Luis Miguel Cataño, director de la mesa de dinero del Banco de la República (el banco emisor) le dijo, [3], recientemente  a los exportadores: “Si el dólar se sigue depreciando frente al peso, es preferible cambiar de estrategias, como mejorar los costos y los sistemas de producción”. Esto es lo que  corresponde en un mercado de sana competencia, esto es lo que debe decir todo áquel que piensa en el consumidor. No obstante, agrega el redactor del informe, “el gobierno está ofreciendo la posibilidad de que el exportador comience a pactar con el Estado tasas anuales de cotización de la divisa, para que, en función de ella, se orienten las políticas exportadoras”. Colbertismo de tomo y lomo. ¿Y quien paga este descarado proteccionismo? Fácil: todos nosotros, todos pagamos la incompetencia del sector exportador.

 

La solicitud de protección del exportador está cargada, además, de contradicciones, pues con el aumento de las divisas adquiridas en la transacción se logra que su precio disminuya en el mercado  local de las mismas. De otra parte, un amplio sector exportador es beneficiario de este bajo precio que le permite importaciones ventajosas de insumos y equipos que mejoran sus producciones. El colbertismo no sólo es empobrecedor, es incoherente.

 

[1] http://www.eltiempo.com/economia/2006-11-27/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3342126.html [2] http://www.elsalvador.com/noticias/2004/09/editorial/edi4.asp

 

[3] http://www.eltiempo.com/economia/2006-11-27/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3342316.html

 

 

 

 

Categorías: Economía
  1. katherine
    May 30, 2007 a las 8:20 pm

    hola
    quiciera saber mas sobre balanza comercial ya que el tema es de mi interes quieciera saber como a surgido la balanza comercial o a la vez como a bajado tambien tener graficas de las importaciones y exportaciones segun su nivel quiero darme a entender como el surgimiento de ello…

    gracias

  2. julio 23, 2007 a las 8:34 pm

    hey que ondas kiciera saber mas sobre la balansa economica del pais mas lindo del mundo EL SALVADOR

  3. juan
    junio 30, 2008 a las 4:14 pm

    me pace muy interesante la informacion y es lo que necesitaba bueno la pagina esta muy buena un beso para todos

  4. larry
    diciembre 11, 2008 a las 12:56 pm

    Hola quisiera saber si es bueno para un pais tener balanza comercial negativa y proque y cuales serian las cuasas de esto.

  5. tavo
    May 24, 2012 a las 6:02 pm

    el texto noes coherente si la balanza comercial no afecta a la moneda entonces por que el colbertismo es una politica empobrecedora

    • raul
      julio 12, 2012 a las 3:53 am

      yo soy un ignorante en el tema pero según lo que entendí, la balanza es sólo una medida que en nada afecta, el problema está en quienes creen que estar en negativo es malo y lo que es empobrecedor son las acciones que toman para mantenerse en «positivo».

  6. Humberto Aguilar Arroyo
    octubre 26, 2016 a las 7:14 pm

    Por lo que he podido leer y comprender, la balanza de pagos es una cuenta contable formal, como lo es la estimación del ingreso percapita. Pues si fuera real, la pregunta seria quien y como se paga el déficit en cuenta comercial, que caracterizan los estados liberales del mundo. O hay algo de real?
    Mas bien el problema lo veria para la cada vez mas reducida industria nacional que tiene que competir con los cada vez mas bajos precios chinos, sin restricciones arancelarias y políticas protectoras.

    Saludos Humberto Aguilar

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